Fundamentos.uy
  • Home
  • Página 2
  • Página 3
  • Página 4
  • Página 5
  • Página 6
  • Página 7
  • Página 8
  • Página 9
  • Página 10
  • Página 11
  • Página doce
Aristóteles y los gobiernos populares.

Giovanni Sartori, Elementos de la Teoría Política, pág. 27, explica que el término democracia aparece por primera vez en Herodoto y significa, poder ( kratos) del pueblo ( demos).  El proceso que la vio nacer supuso la primera vez en la historia occidental en que se rompió el vínculo del gobierno con el poder divino. Dracón fue el primero en establecer la ley escrita, el derecho público sobre el derecho familiar que  se limitó a los asuntos penales. Su objetivo era ponerle fin a las disputas de los nobles que se resolvían por venganza. Las penas eran establecidas por un tribunal del estado, por lo cual la aristocracia perdió el poder de arbitrariedad judicial y debió atenerse a las leyes escritas.  Con Solón la justicia de la polis no solo se iba a encargar de los asesinatos sino también de otros asuntos tales como el matrimonio, las sucesiones, herencias, sacrificios o funerales.  Pisístrato  consiguió el poder en 545 a.c. Creó templos, santuarios, altares y teatros que sirvieron como herramienta de concientización política a los cuales podía ir toda la población.    Para evitar que se restaure el poder aristocrático, Clístenes condujo a una verdadera isonomia, depositando el poder en los ciudadanos. En las reformas de Pericles se  implementó el sorteo como forma de selección de los cargos, salvo los de estrategas, jefes militares y tesoreros. Esta es una de las bases del sistema ya que cualquiera podía acceder al poder, sea cual fuese su fortuna. 
Para Sartori, pág. 32, la democracia griega tal y como era practicada en Atenas a lo largo del siglo IV a de J.C., encarna la máxima aproximación posible al significado literal del término:  el Demos ateniense tuvo entonces más kratos, más poder, que el que jamás haya tenido cualquier otro pueblo.   

Para Aristóteles,   La Política, Capítulo V, la democracia es la forma corrompida del gobierno de muchos: y ello porque en  esta,  los pobres gobiernan en su propio interés ( en lugar de gobernar para el interés general).     En la mayoría de los estados democráticos los ciudadanos gobiernan y son gobernados a su vez, porque la idea del estado democrático lleva en sí la igualdad de naturaleza entre estos.   

Las buenas formas de gobierno son aquellas en que una sola persona, unas cuantas o muchas, gobiernan con la vista puesta en el interés común. Son viciados los gobiernos que contemplan intereses particulares, ya sea una persona, varias o muchas las que rigen los destinos públicos.  Las perversiones de las formas de gobierno son tres.  La tiranía lo es de la monarquía, ya que no es ventajoso que un mismo hombre retenga en sus manos el supremo poder, sujeto como está a los varios accidentes de las pasiones humanas, que más justo sería confiarlo a las leyes.

La oligarquía es la perversión de la aristocracia y la demagogia de la democracia.  La tiranía es la monarquía que tiende al interés del monarca, la oligarquía se propone el de los adinerados y la demagogia el de los necesitados, mas ninguna de ellas considera el bien común.   Esta última es aquella forma de gobierno en que rigen los destinos del Estado los pobres, no los ricos. Ahora surge la primera dificultad, relativa a la distinción que se acaba de establecer, dice Aristóteles. Los ricos no son los que más abundan mientras que los pobres son numerosos. La diferencia real entre la democracia y la oligarquía será la pobreza y la riqueza. Cuando se gobierne a causa de la opulencia, fueren pocos o muchos, diremos que el gobierno es oligárquico, y cuando gobiernen los humildes afirmaremos que es democrático.  Lo cierto es que los ricos son menos que los pobres; porque los mimados por la fortuna no son los más, mientras la libertad es patrimonio de todos;  en eso se basan para apoyar sus pretensiones los oligarcas y los demócratas, respectivamente para el desempeño del gobierno, es decir la riqueza y la libertad. Hay peligro en concederles participación en el desempeño de las altas dignidades del Estado, porque su tontería les llevaría al error y su poca honorabilidad al crimen ( pág. 309), habiendo también cierto peligro en no concedérsela, porque la república en que quedara excluído de los cargos oficiales elevado número de menesterosos contendría necesariamente incontables enemigos en su seno. La única manera de conjurar ese peligro es conceder a la multitud participación en la deliberaciones públicas y en los juicios. Por eso Solón y otros legisladores, dice Aristóteles,  les otorgaron el poder de votar a los magistrados y fiscalizar su gestión, mas no el de ejercer esos cargos por sí mismos; porque cuando se reúnen desempeñan sus funciones bastante bien, y combinados con los que gozan de mayor inteligencia entre ellos prestan utilísimos servicios al Estado. Ni la elección de los magistrados, ni la fiscalización de su gestión, debiera confiarse a la multitud.

La base del estado democrático es la libertad ( pág. 332). Lo que la mayoría apruebe es definitivo y justo. Todos los ciudadanos son iguales en derechos. El hombre no debe ser gobernado por nadie, de ser posible. Ninguna magistratura debe ser vitalicia. 
Afirmo, dice el filósofo,  que las buenas formas de gobierno son tres, y la mejor es aquélla en que gobiernan los mejores, y en las que hay un hombre, una familia, o varias personas que superan en virtud a las demás juntas.

Para Sartori, Aristóteles  clasificó a la democracia entre las formas malas de gobierno, y la  palabra democracia se convirtió durante dos mil años en una palabra negativa, derogatoria.  El populus de los romanos no era el demos de los griegos. Entre otras cosas, en la medida que el demos de Aristóteles y también el de Platón se identificaba con los pobres, en la misma medida que el demos no era el todo ( el conjunto de todos los ciudadanos), sino una parte del todo, mientras el populus de los romanos lo formaban todos. Mientras que el demos se acababa cuando terminaba la pequeña ciudad, el populus se podía ampliar tanto como se extendiera el espacio de la res pública.

Fin.



Imagen
Imagen
El animal simbólico.

Las nociones de cultura y etnología son de origen inglés puesto que debemos a E. B. Tylor (Londres 1832- 1917) su primera definición.


Para este autor constituyen una totalidad compleja que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre y todas las demás capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad. Costumbres, creencias e instituciones  vistas entonces como técnicas entre otras, sin duda de naturaleza específicamente intelectual, que se hallan al servicio de la vida social y la hacen posible.
Para Emile Durkheim (Vosgos 1858- 1917)  el sistema nacional de economía política tiene por principio la idea de que entre la humanidad y el individuo está la nación con su lengua, su literatura, sus instituciones, sus costumbres y su pasado. El concepto de nación es para el sociólogo, una idea mística y oscura. En cuanto a la religión  esta contiene en su interior, desde el principio, pero en estado de confusión, todos los elementos que, al disociarse, determinarse y combinarse de mil maneras consigo mismo, han dado nacimiento a las diversas manifestaciones de la vida colectiva. Es de los mitos y de las leyendas de donde han salido la ciencia y la poesía. Es de la ornamentación religiosa y de las ceremonias de culto de donde proceden las artes plásticas. El derecho y la moral han nacido de las prácticas rituales. No se puede comprender nuestra representación del mundo y nuestras concepciones filosóficas sobre el alma, la inmortalidad y  la vida, si no se conocen las creencias religiosas que han sido la forma primera de aquellas. El parentesco ha empezado por ser un vínculo esencialmente religioso; el castigo, el contrato, el don y el homenaje son transformaciones del sacrificio expiatorio, contractual y honorario.
Para Claude Lévi Strauss (Bruselas 1908 - 2009) la antropología social ha nacido del descubrimiento  de que todos los aspectos de la vida social, económica, técnica, política, jurídica, estética y religiosa constituyen un conjunto significativo, siendo imposible comprender  cualquiera de estos aspectos si no se lo coloca en medio de los demás.    Esta  se consagra al estudio de las instituciones consideradas como sistema de representaciones. A su vez la antropología cultural busca su campo de acción en el estudio de las técnicas y eventualmente también  de las instituciones consideradas al servicio de la vida social.   Ya se proclame social o cultural, la antropología aspira siempre a conocer al hombre total, considerado en un caso a partir de sus producciones y en el otro a través de sus representaciones, siendo el lenguaje el hecho cultural por excelencia ya que los hombres se comunican por medio de símbolos y signos. Este es susceptible de ser tratado como un producto de la cultura: una lengua, usada en una sociedad, refleja la cultura general de la población. Pero en otro sentido, el lenguaje es una parte de la  cultura. 

El individuo adquiere la cultura de su grupo principalmente por medio del lenguaje; se instruye y educa al niño mediante el habla; se lo reprende y se lo halaga con palabras.   Todos reconocemos que las palabras son signos, pero los poetas son los últimos que recuerdan, entre nosotros, que las palabras han sido también valores. El lenguaje puede ser considerado como los cimientos destinados a recibir las estructuras que corresponden a la cultura en sus distintos aspectos.
La lengua, dice Lévi Strauss, es el sistema de significación por excelencia. Ella no puede no significar y su existencia se agota en la significación. El problema debe, en cambio, ser examinado con rigor creciente a medida que uno se aleja de la lengua para tomar en cuenta otros sistemas que aspiran también a la significación  pero cuyo valor de significación resulta parcial, fragmentario o subjetivo: organización social, arte, etcétera.
Ernest Cassirer ( Breslavia 1874- 1945 ) expresa que el hombre ya no vive solamente en un puro universo físico sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de ese universo que forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdidumbre complicada de la experiencia humana. Por lo tanto, en lugar de definir al hombre como animal racional,  deberíamos llamarlo animal simbólico. 


Bibliografía
Cassirer, Ernest. Antropología filosófica. Fondo de Cultura Económica, México, 1968,
Durkheim Emile. Las reglas del método sociológico. Altaya, 1995.
Lévi Strauss, Claude, Antropología estructural, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1968.


Imagen
Edmund Morgan.

Edmund Morgan. La invención del concepto de " pueblo".

El carnaval aunque probablemente tenga orígenes paganos de algún tipo, se puede suponer que se desarrolló dentro del mundo cristiano como un momento de diversión antes de que una comunidad entrara en la austeridad de la Cuaresma. Pero como en los rituales del cambio de papeles en otras sociedades, cumplía otras funciones sociales que eran más profundas que la mera diversión.


Los carnavales de la Edad Media eran una temporada para poner el mundo al revés y muy particularmente en lo que se refería a las relaciones sociales. El peón que llevaba el arado se convertía en el señor noble, y el señor noble se inclinaba ante él. Se elegía un rey o señor del desgobierno, con una corte de bufones, vestidos como bufones que formaban su Consejo de Estado. Los pobres exigían y recibían tributos de aquellos que los explotaban durante el resto del año. Los hijos castigaban a sus padres. Todo tenía que ser lo contrario de lo que era normalmente, y cuando más osada fuera la inversión, más divertida era. Toda ciudad o pueblo tenía su propia manera especial de hacerlo, de burlarse del orden al que todos regresarían una semana más tarde.
En el nivel más elemental, permitía que las personas escaparan de las restricciones del orden social por un momento para actuar como si tuvieran capacidades y poderes que en realidad les eran negados en la vida de todos los días. Robert Briffaut, al describir festejos del tipo del carnaval, señala que servía como válvula de seguridad contra los peligrosos efectos de las restricciones permanentes. Keith Thomas ve los cambios de papeles en ciertas festividades como explicables solamente en relación con el aflojamiento periódico necesario en una sociedad rígidamente jerárquica. Le Roy Ladurie lleva la idea un paso más adelante cuando observa que si los hombres cambiaban los papeles durante el carnaval, era solamente para reafirmar la jerarquía social. Es la delineación de lo que es correcto por medio de la exposición de lo contrario. Al poner al mundo cabeza abajo de manera obvia y deliberada por un tiempo, el carnaval les daba la oportunidad a todos de reconocer y aceptar lo que era el mundo cabeza arriba una vez que las festividades hubieran terminado.
En la primera elección para congresistas de los EEUU en un condado de Virginia, en 1789, un observador informó que una elección podía movilizar masivamente a la población entera de una comunidad. Era un impulso para el ego, una posibilidad de codearse con los grandes de la que cualquiera podía disfrutar con sólo adherir a una u otra de las partes. Hombres poderosos y los auxiliares de esos hombres, propietarios y hombres sin propiedad, hombres de honor y hombres sin honor, mujeres alegres y mujeres valientes, mujeres de rígida virtud y mujeres de virtud fácil, todos enrolados en la misma causa común. Es un tiempo en que los hombres comunes se convierten en el centro de atención. La desesperada búsqueda de sus votos los eleva a una posición de importancia que ellos no podían siquiera soñar en otras circunstancias y rompe esquemas de diferencia social que normalmente los ata.
Una elección es también una válvula de seguridad, un intermedio en el que el humilde puede sentir un poder que de otra manera le es negado. Y es también un ritual legitimador, un rito por el cual el pueblo renueva su consentimiento a una estructura minoritaria de poder.
De ahí la insistencia en que el candidato mismo o alguien del mismo rango pidiera los votos a los humildes. La elección no cumpliría del todo con su propósito si los grandes de verdad no se volviesen humildes por un tiempo. Ni tampoco cumpliría con su función si el humilde no adoptara por un momento una actitud de grandeza, no dando su voto automáticamente a quienes normalmente podrían reclamarle deferencia.

En algunos aspectos, las competencias deportivas ofrecen un paralelo. Las personas pueden volverse extremadamente partidarias y bulliciosas a favor de un equipo contra otro en el basketball, fútbol o cualquier otro deporte. Al aclamar gritando al equipo que apoyan, personas de todas clases sociales son llevadas brevemente a una especie de fraternización. Aunque el resultado de la competencia no afecta de ninguna manera su vida cotidiana, los más entusiastas pueden incluso llegar a enfrentarse unos a otros, no muy diferente de una victoria electoral. Entonces, las campañas electorales, el carnaval y el fútbol ejercen una influencia igualadora temporaria. Proporcionan a una sociedad un medio de renovar el consentimiento de su estructura, legitimándola. El orden del universo es violado por un rato, reducido al caos por toda clase de licencias, para que luego pueda ser restaurado en una nueva puesta en escena de la creación. De este modo, la sociedad se purga y la vida empieza de nuevo, con su orden otra vez restablecido.

( Publicado en Mensuario Identidad de abril de 2013).

Imagen

​Nuestros economistas festejan que nuestro país tenga una desocupación de un solo dígito. Lo que no se dice es que el gran factor que contribuyó a dicho indicador fue la emigración que durante cincuenta años soportó el mismo.
Según una Encuesta Nacional de Hogares realizada en 2006, el nueve por ciento de las madres entrevistadas tenían hijos que residían en el exterior. Estos se estiman en 478 mil personas ( Uruguay tiene una población de tres millones de personas). El 55 % de estos ciudadanos emigró entre 1996 y 2006[1].
Israel Wonsewer y Ana María Teja[2] explican que esta migración masiva difiere de la derivada de una presión de crecimiento demográfico (del tipo de la mexicana hacia EEUU, o de las fuerzas expulsoras de una migración marginal como el caso de Bolivia o Paraguay hacia Argentina). También es sustancialmente distinta de la tradicional emigración selectiva que buscaba su realización individual en un ambiente de gran ciudad como ser Buenos Aires.
La expansión de la educación durante la década de los 50 y 60 orientada a capacitar a los jóvenes hacia los requerimientos del sector terciario[3], mas bien que para los sectores productores de bienes, conformó expectativas en los mismos en cuanto a su inserción en el mercado de trabajo y la búsqueda de ascenso social que no pudieron satisfacerse. El hecho de contar con una fuerza de trabajo con un mayor nivel de instrucción, sin especialización, que enfrentaba una demanda de trabajo rígida, promovió la movilidad de la población activa fuera de fronteras. Un mayor número de años de instrucción facilita rápidos reciclajes. La orientación y nivel de la enseñanza recibida creó expectativas en la población en edad activa de incorporarse a funciones más selectivas acordes con su capacitación y en la medida que esas expectativas no fueron atendidas en el país, creó las condiciones para que se produzca un flujo de la población activa más capacitada hacia fuera de fronteras. Un 20 % de los emigrantes son profesionales universitarios recibidos en Uruguay. Otro 33 % culminó la secundaria. El 77 % de los emigrantes no superaba los 34 años. Quienes emigraron entonces, se trataba de personas que recién se incorporaban a la vida económica, hombres de nivel educativo superior, lo que les otorgó ciertas facilidades para incorporarse en las actividades productivas en el lugar de destino. La mayoría de los emigrantes eran empleados del sector privado. Solo el 6.2 % de los funcionarios públicos, dejó su apreciado empleo para aventurarse en otro país.
La emigración uruguaya estuvo integrada en su mayor parte por grupos familiares completos con edades que no pasaban de la edad antedicha. Quiere decir que el grupo emigratorio se reclutó preponderantemente en los tramos de las edades de la población que presentaban las tasas más altas de fecundidad. El mismo trasladaba al exterior un crecimiento natural importante, que se restaba al volumen absoluto que potencialmente se produciría en el país, de no haber emigración. Si bien existe una tendencia natural de la estructura que tiende a dicho envejecimiento, el mismo se acentúa mucho más cuando interviene dicho saldo. A la par de reducir a menos de la mitad el crecimiento esperado ( sin migración internacional) por su selectividad en cuanto a edad y sexo, determina tendencias de envejecimiento y desequilibrio a nivel de las estructuras según dichas variables. Esto genera el problema de saber si es posible que la labor de 3.3 personas alcance a generar un ingreso que sirva para mantener a una persona pasiva, además de generar toda la riqueza requerida para el mantenimiento del consumo actual y la expansión de la economía, considerando además, que el envejecimiento de la población activa incide en el deterioro de la productividad.
Los uruguayos no fueron en su mayoría lejos. Argentina absorbió la mitad del flujo emigratorio entre 1970 y 1990, aunque luego de esa fecha, el 70 % de los emigrantes se dirigieron hacia España o EEUU. La emigración hacia estos y otros destinos lejanos ha demostrado estar compuesta por personas del mayor nivel educativo.
Los uruguayos no perciben la trascendencia de lo que ha ocurrido. Quizás en las nuevas concepciones neo-liberales que impregnan el pensamiento económico actual se acepte la emigración como un mal necesario, como una salida para restablecer o contribuir a restablecer un equilibrio para un país más reducido aún en sus posibilidades y aspiraciones de futuro. Tal vez la perspectiva del tiempo aun no da un panorama integral de la intensidad del fenómeno y sus efectos sobre el futuro. Un país vacío, de crecimiento demográfico escaso, perdió casi un veinte por ciento de población económicamente activa.
(Publicado en Mensuario Identidad).


[1] Informe sobre migración internacional en base a los datos recogidos en el módulo migración, Daniel Macadar y Adela Pellegrino, Encuesta Nacional de Hogares Ampliadas, año 2006.
[2] La emigración uruguaya 1963-1975, Israel Wonsewer, Ana María Teja, Ediciones de la Banda Oriental 1985.
[3] Veáse, según la página Web del Instituto Nacional de Estadística y Censos el 21 % de la población empleada trabaja en Comercio, Hoteles y Restaurantes, el 6.1 % en la enseñanza, 7.5 % en la Salud, 6.3 % en la Administración Pública y el ejercito, el 7.8 % son empleadas domésticas. En conclusión, sumando pesca, industria manufacturera, minería, ganadería, agricultura y construcción solo suman el 18 % de los empleos.

 

Imagen
Pobreza y familia.

Como señala Bauman ( Amor líquido. P. 64) los hijos son una de las compras más onerosas que un consumidor promedio puede permitirse en el transcurso de toda su vida. En términos puramente monetarios, los hijos cuestan más que un lujoso automóvil último modelo, un crucero alrededor del mundo, e incluso, más que una mansión de la que uno puede jactarse. En un mundo que ya no es capaz de ofrecer caminos profesionales confiables ni empleos fijos, con gente que salta de un proyecto a otro, traer un hijo al mundo es económicamente firmar una hipoteca con cuotas de valor desconocido y a perpetuidad. Implica exponerse a un nivel de riesgo atípicamente elevado y a una prolífica fuente de miedos y ansiedades. Es así que la política deliberada de ” precarización” llevada adelante por los operadores del mercado de trabajo se ve auxiliada e instigada por las políticas de vida, sean éstas adoptadas deliberadamente o a falta de opciones. Ambas producen el mismo resultado, la descomposición, el languidecimiento de los vínculos humanos, de las comunidades y de las relaciones. Los compromisos del tipo ” hasta que la muerte nos separe” se convierten en contratos ” mientras estemos satisfechos” contratos temporarios y transitorios por definición, por decisión y por el costo pragmático de su impacto- y, por lo tanto, propensos a ser rotos unilateralmente y evitar el precio de intentar salvarlos, toda vez que una de las partes huele una oportunidad más ventajosa fuera de esa sociedad ( Bauman- Modernidad líquida, pág. 173).
En tiempos donde los pobres son marginados y por lo tanto no se le van a generar en el futuro las oportunidades para salir de su condición, cuyas llaves poseen otras clases sociales con las cuales nunca van a interactuar en circunstancias de igualdad, ya que viven en otros barrios y concurren a otros centros de enseñanzas exclusivos para estas castas. Aquel adagio que quienes se han sentado juntos en el banco de una escuela tienden a considerarse iguales, es innecesario, son iguales, por eso están sentados en el mismo banco.
Donde una China, incorporada al mercado, le ha hecho más daño al resto de los países capitalistas que cincuenta años de guerra fría. Donde en mi país, Uruguay, políticas económicas cortoplacistas ha enriquecido a una casta de comerciantes, principalmente importadores, que con sus ganancias impúdicas, generan los grandes números macroeconómicos, los empleos precarios y los recursos tributarios, que permiten hacer políticas asistencialistas que nada solucionan a largo plazo, pero que generan una euforia consumista que ha crecido más que el producto Bruto interno, es decir se basa mas en sensación térmica que en consistencias.
Este mundo tan distinto, especialmente para las clases medias bajas, han generado un nuevo concepto de familia, donde el progenitor masculino muchas veces no forma parte.
¿Por qué los hombres se alejan de las familias? El investigador uruguayo Ruben Katzman sugiere esta dramática decisión estaría influida por la sensación de que están perdiendo legitimidad en su rol de esposos y padres al no poder cumplir con la obligación de aportar buena parte de los ingresos del hogar. Sienten dañada su autoestima en el ámbito externo, por la dificultad de encontrar inserción laboral estable, y en el familiar, porque no están actuando según lo que se espera de su rol. A ello se suma un creciente nivel de expectativas de consumo en los hijos, incidido por el mensaje de los medios masivos de comunicación. El cónyuge se siente así muy exigido impotente para poder enfrentar las demandas y desacreditado.
Asi, la casi totalidad de los países de América Latina tienen porcentajes de hogares con jefatura femenina superiores al 20 %, lo que contribuye fuertemente al fenómeno conocido como ” la feminización de la pobreza”. Los estudios de CEPAL dejan en evidencia la mayor pobreza relativa – muchas veces la indigencia- de los hogares a cargo de una mujer “.
Las consecuencias de pertenecer a una familia en donde el progenitor masculino se halla ausente son muy considerables dice Bernardo Kliksberg, además de lo que significa afectivamente, los padres aportan a los hijos activos fundamentales para la vida. Citando a Katzman señala sobre el rol del padre:la presencia de este es clave para proveer o reforzar ciertos activos de los niños: 1) como modelo forjador de identidades, especialmente para los varones, ii) como agente de contención, de creación de hábitos de disciplina y transmisor de experiencias de vida iii) como soporte material, ya que la falta de aporte del padre reduce considerablemente los ingresos del hogar, particularmente porque las mujeres ganan entre el 20 % y el 50 % menos que los hombres, iv) como capital social, en la medida que la ausencia del padre implica la pérdida de una línea de contacto con las redes masculinas, tanto en el mundo del trabajo como en el de la política, y, además, al cortarse el nexo con las redes de parientes que podría aportar el padre, disminuyen significativamente los vínculos familiares potenciales. La ausencia del padre va significar la inexistencia de todos esos activos. Las consecuencias pueden ser muy concretas. Va a afectar el rendimiento educacional ante el empobrecimiento del clima socioeducativo del hogar, va a pesar fuertemente sobre el desarrollo de la inteligencia emocional, golpea la salud, crea condiciones propicias para sensaciones de inferioridad, aislamiento, resentimiento, agresividad, resta una fuente fundamental de orientación en aspectos morales.
La debilidad del núcleo familiar que, entre otros aspectos, empobrece el rendimiento educativo del niño y su ” capital social” ( red de contactos, pertenencia a asociaciones, etc.) y la falta de preparación son dos factores que van a contribuir a que tenga limitadas posibilidades en un mercado de trabajo caracterizado por altas tasas de desocupación. Sus chances en él son limitadas.
Los nuevos pobres.

En la Argentina, Uruguay y otros países, los profesionales, pequeños y medianos comerciantes, pequeños industriales, cuentapropistas, y otros grupos, se han visto severamente impactados por el descenso global de los estratos sociales de los que forman parte. Así las familias, incluso las judías que habían puesto históricamente todos los esfuerzos en la profesionalización de sus hijos creían que el logro de títulos profesionales sería una garantía de ocupación y remuneración razonable y una posibilidad de ascenso social. Esta ilusión se halla hoy conmocionada. Se ha desenvuelto en la región lo que se denomina un amplio ” proletariado de profesionales”. Este comprende desde la desocupación abierta que hoy castiga a quienes han elegido profesiones humanistas ( filosofía, letras, sociología, etc.) hasta la ingentes dificultades de trabajo de profesiones otrora ideales, como Contador Público, Arquitectura, Medicina y Derecho. Los médicos jóvenes, hasta hace poco ideal de una familia se ven obligados en diversos países, a desarrollar múltiples tareas simultáneas con remuneraciones muy bajas.
Con tecnología de Crea tu propio sitio web con las plantillas personalizables.